Entrevista
con el periodista y escritor
Agustín Ambriz
José
y yo en poco tiempo congeniamos y al paso de los años hemos trabajado a su
ritmo y con su metodología. Riguroso, exacto, metódico, disciplinado y celoso
de su trabajo, así es José, así es el periodismo. Aunque ya lo venía haciendo
desde hace un buen tiempo, ahora José Martínez nos acompaña como columnista en Luces
del Siglo. La Contracolumna es el nombre de su espacio en estas páginas. Con el
periodista y escritor conversamos sobre el papel de los medios de comunicación
en el contexto actual.
– Bienvenido a
estas páginas de Luces del Siglo, ¿Cuál es tú visión actual del periodismo o
los medios en el país?
–
En el contexto actual el papel de la prensa es muy importante. Cómo tú sabes en
los últimos años he venido participando en varias organizaciones dedicadas a la
defensa de la libertad de expresión, una de ellas es la Fundación para la
Libertad de Expresión (FUNDALEX), soy miembro además de la Red Internacional de
Periodistas de The International Center for Journalists (Centro Internacional
de Periodistas) con sede en Washington y participo en algunos observatorios de
medios de América Latina. Desde esta perspectiva y con base a mi experiencia
como periodista a lo largo de más de tres décadas he podido constatar el nuevo
papel de los medios de comunicación y de las redes sociales, por supuesto. Yo
considero que la prensa en su conjunto es un instrumento indispensable para el
funcionamiento de las instituciones democráticas, los periodistas ocupan ahora
un papel protagónico por el poder mediático que ejercen los medios, aunque de
por medio está en juego la credibilidad de éstos. Sin embargo, quiero decirte
que los políticos no siempre admiten que la libertad de expresión sea una
institución tan necesaria en una democracia representativa y tan constitutiva
de su naturaleza como las elecciones libres. Sin duda la libertad de expresión
puede ser la honrada bandera con la que los periodistas defienden no solo su
oficio, sino el derecho de los ciudadanos a ser informados y el deber de los
gobiernos en dar cuenta de sus actos.
“Ahora
bien, quiero subrayar, que tan demagógicos son los políticos que tratan de
acallar a los medios de comunicación en nombre de un supuesto interés general,
administrado por ellos a sus antojos, como los periodistas que involucran la
libertad de expresión para conseguir solidaridades corporativas en cuestiones
que no guardan relación con una crítica del poder político ni con la defensa de los intereses sociales, sino
que sirven como pretexto para la utilización de la libertad de prensa en beneficio
propio y o al servicio de terceros”.
– Indudablemente
compartes la tesis del profesor español Enrique Gil Calvo, que plantea la tesis
de “repensar a la prensa” a partir de las distorsiones y la manipulación de los
medios…
–
Claro que sí. Estoy al tanto de la prensa española y de sus teóricos y
filósofos, justamente ahora participo en un gran proyecto académico de la
Universidad Autónoma Metropolitana en la División de Ciencias Sociales y
Humanidades, a propósito del bicentenario de la libertad de expresión con
relación a la promulgación de la Constitución española por las Cortes de Cádiz.
Y bien, en relación al planteamiento de repensar a la prensa, yo pienso que los
medios representan hoy un poder a veces mayor que aquél que pretenden combatir;
deben ser capaces de definir una moral pública conciliable con la libertad, y
pasar de una ética de la oferta basada en el rechazo de la censura, a una ética
de la demanda donde cabe la responsabilidad ética.
“A
grosso modo puedo decirte que en México, la prensa enfrenta enormes desafíos.
Por principio de cuentas, se carece de un código mínimo que guíe el ejercicio
profesional, no se cuenta con órganos reguladores, las sanciones a quienes
incurren en faltas graves son inexistentes. Quienes trabajamos en los medios
somos miembros de la sociedad y no un poder por encima de ella. A ella debemos rendirle cuentas. No es fácil
determinar de qué manera hacerlo. No confiamos, por supuesto y con probada
razón, en órganos nominados desde o vinculados al Estado. La propia naturaleza
del poder, su intrínseca disposición a mantener el status quo y a sofocar la
disidencia, los descartan de antemano pero sí podemos crear nuestros propios
órganos de escrutinio. Nadie conoce mejor que nosotros mismos el funcionamiento
y las desviaciones en el ejercicio del periodismo”.
Es
reconocido el trabajo periodístico de José Martínez, dentro y fuera del país.
Ha sido fundador y colaborador de importantes medios nacionales y extranjeros.
Ha escrito una docena de libros sobre personajes emblemáticos de nuestro país y
ha sido un asiduo crítico de los medios. Pertenece a una importante generación
de reporteros, fue compañero de los mejores y más reconocidos periodistas del
país, como escritor se ha ganado el respeto y el afecto de grandes escritores.
Participa regularmente en conferencias dentro y fuera del país y se da tiempo
de escribir libros basados en nuevas investigaciones, robándole horas a la
noche. El secreto, dice, está en la disciplina y en el rigor para trabajar.
Pues José, recuerda a forma de broma, algunas palabras de Ernest Hemingway:
“para escribir no se necesita gran cosa: 90 por ciento de nalgas y 10 por
ciento de talento”. Y claro, agrega el periodista, un buen lingotazo de güisquis,
como suelen decir sus amigos el escritor Marco Aurelio Carballo y el novelista
y ensayista René Avilés Fabila.
– José tú has
hecho grandes amigos en la cultura y la política. Háblanos un poco de ello…
–Amigos
como amigos en la política no tanto, en otras esferas de la vida pública sí… No
me gustaría hacer una relatoría de ellos, pero sí tengo grandes amigos en
muchos ámbitos. En un tiempo fui muy cercano a Carlos Monsiváis, incluso yo lo
invité a colaborar en El Financiero
donde publicó su columna Aproximaciones y Reintegros. Mi buen amigo, René
Avilés por eso luego me crítica y bromea conmigo. Avilés y Monsiváis fueron
buenos amigos pero luego se distanciaron. Yo presenté también al columnista
Carlos Ramírez con Monsiváis. Se hicieron grandes amigos y luego se
enemistaron. Ramírez fue muy severo con Monsiváis... Jesús Blancornelas fue uno
de mis mejores amigos, escribió el prologó de tres libros míos. Tengo a la
fecha muchos amigos del desaparecido unomásuno
de Manuel Becerra Acosta, una vez al año nos reunimos para brindar por
nuestra amistad. Muchos ex reporteros de Proceso,
como Pepe Reveles, Francisco Ortiz
Pinchetti y otros ya fallecidos como Ignacio Ramírez, entre otros, han sido mis
amigos. Por otro lado, conozco a muchísimos personajes que han conocido mi
trabajo y que yo jamás me imaginaba, entre ellos Gabriel García Márquez y Mario
Vargas Llosa, quienes estaban al tanto de los libros que escribí sobre Carlos
Slim, el Retrato Inédito y Los Secretos del hombre más rico del mundo,
otros personajes también como el filósofo Fernando Savater y Luis María Anson,
miembro de la Real Academia de la Lengua Española quienes han sido muy
generosos conmigo al conocer mi trabajo. Bueno, son muchos los amigos, no puedo
dejar de reconocer mi amistad con el editor e impresor Armando Prida Huerta,
presidente de la FUNDALEX y muchos miembros de esta fundación en varios países
como el ex juez federal de Argentina, Miguel Julio Rodríguez Villafañe, y el
distinguido periodista y escritor paraguayo Benjamín Fernández Bogado y muchos
corresponsales extranjeros, uno de ellos Fréderic Saliba, actual corresponsal
de Le Monde, uno de los 10 diarios
más importantes del mundo. En fin, es larga la lista de amigos, en los que
incluyo a los compañeros de Luces del Siglo, a Norma Madero y a ti, por
supuesto.
“Creo
que la pregunta es muy abierta y muy difícil de resumir una respuesta, pero
bueno te doy esos trazos a grandes rasgos…”
– Ahora arrancas
la Contracolumna en Luces del Siglo…
–
Sí, Norma Madero, a quien le tengo un gran afecto me invitó hace un buen
tiempo. He venido colaborando con ustedes hace un rato pero ahora creo que es
el momento de refrendar mi solidaridad con mi trabajo y creo que es una buena
oportunidad para incorporarme a este proyecto… la Contracolumna me parece que
es un buen título para un espacio periodístico, ya en alguna ocasión mi amigo Jesús
Blancornelas (qepd) me decía que ya era tiempo de hacer algo así, fue cuando
decidí dejar de escribir la columna Contrapuntos que tuvo buen éxito, pero mi
trabajo como escritor absorbió mucho de mi tiempo, así que ahora voy a redoblar
mi esfuerzo y como decía Hemingway, trabajar más horas nalga… No se trata de
descubrir el hilo negro pero creo que poco a poco va a tener su propio estilo, si me preguntas cómo será, no lo podría responder ahora, pues
ahora me gustar leer a columnistas españoles y argentinos que son tremendamente
lúcidos, críticos, irónicos y, sobre todo, muy humorísticos, y que siembran el
pánico al ridículo entre las clases influyentes, que habían permanecido
públicamente intactas durante el periodo autárquico. Lamentablemente en el caso
mexicano, la columna política está muy desprestigiada, todos escriben para
iniciados, escriben para el poder, y yo creo que la prensa debe ser un
contrapoder, eso del cuarto poder es una estupidez, así que no creo en que la
columna sirva como una especie de elogios mutuos entre periodistas y políticos,
se me hace algo sucio.
“Ahora está de moda la moderna columna personal, la que leemos desde el
último tercio del siglo XX, la columna que los especialistas llaman ‘género de
literatura menor, aunque de periodismo mayor’, por la tremenda voluntad de
estilo de estos textos que son flor de un día y, al siguiente, sirven para
envolver el pescado.
“De hecho, ahora son columnistas novelistas de éxito, poetas,
ensayistas, filósofos y gacetilleros de raza que han encontrado en el periódico
el medio de expresión más adecuado para publicar sus atractivos textos de
opinión. Así, el llamado “escritor en periódicos”, es una figura de gran
tradición en nuestro periodismo”.
– A eso apelas en tú nuevo
espacio periodístico y a establecer un diálogo con los lectores, te pregunto
para concluir…
– Te voy a responder con palabras del mejor columnista que ha tenido
nuestro país en las últimas décadas, don Manuel Buendía, quien solía decir que
el periodista no termina de hacerse. Nuestro perfeccionamiento es brega
cotidiana. Hasta el último día de nuestra existencia estaremos transformándonos.
Es un mentiroso ególatra el que afirme que ya alcanzó la cumbre de su
perfección y que desde ahí va a ejercer el magisterio sobre inferiores que lo
rodean, o que a su torre de marfil no puede llegarle una sola amonestación, un
solo señalamiento de imperfecciones.
“Buendía decía que quienes creen haber llegado a la cumbre y piensan que
se podrían instalar en ella un largo tiempo, son los que están exactamente en
las vísperas de comenzar su decadencia profesional. Las cumbres en el ejercicio
periodístico son tan agudas como la punta de una bayoneta. Por tanto es
recomendable bajarse inmediatamente de ahí para continuar el áspero camino.
“Creo Agustín, que ahora inicio uno de los ásperos caminos en el
periodismo en las páginas de Luces del Siglo
con la Contracolumna”.
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