lunes, 20 de febrero de 2012

Manejo de la información y de la ética


Carlos González Alonso

Pues sí, me considero un profesional de la información. Esto es, un periodista; y llevo ya algo así como 35 años de serlo, con algunos intervalos, por razones propias de la vida. Ser periodista y tener la honrosa misión de manejar información, ha sido para mí un sello que me ha convertido en gran medida, en quien soy hoy, para bien o para mal, no sólo en lo profesional, también como ser humano.

Desde luego que el escribir y pretender ser escritor, al igual que mi mundo periodístico, obedece a muchas influencias, pero creo que la principal es el haber aprendido a decir la verdad, aunque esté equivocado y procurar que la gente conozca esa verdad, sobre todo los jóvenes futuros profesionales de la comunicación. Igualmente tuve grandes maestros, como Granados Chapa, Pagés Llergo, Vicente Suárez, Sánchez Vázquez y otros más, en su gran mayoría ya fallecidos y convertidos en íconos de referencia histórica. Pero me parece que, independientemente de las técnicas y los métodos que me pudieran haber enseñado, mi aprendizaje fundamental fue el de conocer su compromiso, lucha y su práctica constante.

Créanme que fueron muchos los artículos, trabajos y ensayos rechazados y mal calificados, que en ocasiones tuve que repetir hasta seis o siete veces, hasta que el editor o el maestro me los aceptaba para ser publicados, pero sin duda, así son las vicisitudes de este oficio. Si pretendemos sobresalir en él y sin menospreciar o demeritar el esfuerzo que se haya llevado a cabo, es el mejor método para aprender. Por ello, simplemente me limito a señalar que en muchos casos no resultan suficientes las ganas, ni la entrega y dedicación o las palancas y amistades que se puedan tener para acceder a un puesto de tanta importancia como el del periodismo, con el supremo fin de mantener informada a la sociedad, esto es, a nosotros mismos y a quienes nos rodean.

Todo lo anterior, y lamentablemente nos conduce a un aspecto terriblemente real, que consiste en considerar los enormemente bajos salarios que alcanza en promedio un profesional de la información y del periodismo, porque en el duro camino de irse abriendo paso en el medio de que se trate, tal parece que la única manera es la de empezar de gratis o cobrando muy poco, y de esa forma resulta casi imposible pensar en desarrollarse como individuo, en lo personal, familiar y social y esto sin duda afecta al desarrollo de una cultura amplia y específica que sólo la práctica y los deseos de superarse conlleva.

Así que en verdad, con el presente artículo, mi objetivo es el hacer y procurar que mis compañeros de profesión, jóvenes y maduros, novatos y expertos, sobre todo en este ámbito local, se preocupen y se ocupen de alcanzar estudios académicos especializados, una cultura general aceptable, redacción y ortografía, pero más que nada, de una vida digna que les permita ser éticos.







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